El Papa Benedicto XVI, que ha intentado estar a la altura de los tiempos sumándose a las redes sociales y mandando mensajes por Twitter, ya no tendría fuerza ni lucidez para liderar la iglesia católica, un rol al que renuncia a partir del 28 de febrero.
“El mundo de hoy está sujeto a rápidas transformaciones y es sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe. Para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario tener el vigor tanto del cuerpo como de la mente, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que reconozco mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”, expresa el comunicado firmado por Benedicto XVI y que ha conmovido al mundo.
Puntos clave
Antes de ser elegido Papa en 2005, Joseph Ratzinger esperaba retirarse a causa de los problemas de salud relacionados con su edad y por deseo de tener tiempo libre para escribir. Por eso renunció a los 75 años, la edad de jubilación de los obispos, pero no aceptaron su dimisión: siguió en su puesto en obediencia a los deseos del Papa Juan Pablo II.
La historia de su deterioro físico y mental comenzaría en 1991, cuando sufrió el primer accidente cerebrovascular hemorrágico (ACV).
Ya en 2005, su hermano Georg Ratzinger había afirmado que no creía que su hermano de 78 años fuera elegido porque su salud era muy frágil y poco estable.
Y desde su elección, en abril de 2005, hubo muchos rumores sobre la salud del pontífice, pero ninguno de ellos ha sido confirmado. Se sabía que su salud cardiovascular estaba deteriorada. Y en mayo de 2005, el Vaticano reveló que había sufrido un ataque cerebral leve (ACV), a apenas un mes de haber sido elegido.
Aunque los ataques cerebrales (ACV) son una enfermedad del cerebro, pueden afectar todo el cuerpo. Los efectos pueden incluir parálisis, problemas de raciocinio, del habla, de visión, y problemas en la coordinación motora, según el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, NIH.
Al Papa le cuesta no sólo desplazarse ya por los pasillos del Vaticano y asisistir a muchos de los compromisos públicos, sino que en algunos eventos se le ha notado un poco disperso, con dificultades para hilvanar las frases. Tal vez estaría padeciendo un deterioro cognitivo leve relacionado con la edad, que comienza alrededor de los 70 años.
Las personas con deterioro cognitivo leve se ubican en una etapa intermedia entre los olvidos normales de la edad y el desarrollo de la demencia, como el provocado por la enfermedad de Alzheimer.
O bien, su falta de memoria y capacidad de concentración podrían estar relacionadas con los ACV que padeció, porque aunque el Alzheimer es la causa más común de demencia entre las personas de 65 años o más, la demencia vascular, por ejemplo, deriva de un accidente cerebrovascular, (ACV) según informa la Clínica Mayo.
Con respecto a los tratamientos para el Alzheimer, existen varias medicaciones aprobadas por la Administracion de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA) para aliviar los primeros síntomas de confusión y pérdida de memoria. Estos medicamentos son: el Donepezilo (Aricept), que en realidad se utiliza para las tres etapas de la enfermedad, la Rivastimina (Exelon) que fue aprobado para tratar los casos de Alzheimer que van de leves a moderados y la Galantamina (Razadyne), que también se utiliza para los casos leves a moderados.